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Sobrevivir en estado de memoria. Una lectura del poemario "María Elena" de Jossimar Cavalier*



*Texto leído en la presentación del libro "María Elena" realizado el 22 de abril de 2023 en el marco de realización de la Feria del Libro "Ciudad con cultura" de Pueblo Libre.


El periodo que hoy conocemos como «conflicto armado interno» o «guerra interna» es un periodo que inicia en 1980 con las acciones armadas de Sendero Luminoso y finaliza con el término de la dictadura civil de Alberto Fujimori. Este proceso de violencia política constituye uno de los más tristes y oscuros capítulos de nuestra historia contemporánea e impactó hondamente en la poesía peruana de nuestro tiempo, comenzando a evidenciarse desde 1983 con los poetas de la generación del 80 y posteriormente con los del 90; que si bien – y esto ha ocasionado más de un estudio- manifestaron un supuesto aletargamiento o negación para tocar con inmediatez el tema de la violencia política en sus primeros textos, luego de la finalización del conflicto armado y con mucha más contundencia a partir de la entrega del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, ofrendaron un amplio corpus de textos que rozan y en algunas casos tocan directamente el proceso de violencia política, esbozando una mirada crítica sobre lo vivido que además nos ha permitido reflexionar sobre las posibilidades de la escritura frente a estos procesos dolorosos y de traumas colectivos para nuestras sociedades.


El brutal asesinato de la luchadora social María Elena Moyano, perpetuado por el batallón de aniquilamiento de Sendero Luminoso es uno de los tantos episodios que indignaron e impactaron a la sociedad peruana de aquellos años. En la poesía, este suceso dio origen en 2004 al poema titulado Las furias de la escritora Doris Moromisato, poeta de la generación del 80, que años más tarde pude leer por vez primera gracias a la revisión del libro MEMORIAS IN SANTAS, una antología de poesía escrita por mujeres sobre la violencia política en el Perú.


Al igual que en el poema Las furias, el libro de Cavalier nace como un recuerdo-homenaje a María Elena Moyano y muestra claramente la necesidad de reivindicar su memoria. No obstante, la distancia cronológica y generacional entre sus autores (Moromisato-Cavalier) me lleva a la interrogante sobre si cabe hablar del concepto de posmemoria, tan bien desarrollado por la escritora norteamericana Marianne Hirsch quien afirma que esta se configura cuando los recuerdos de una generación que preceden a un sujeto toman tanta fuerza que son considerados experiencias propias. Dicho de otro modo, independientemente de que el autor puede no haber vivido o recordar de modo directo las situaciones que narra en su libro (si mis cálculos no fallan el autor debió tener 3 años cuando asesinan a Moyano), la relación que lo une a este episodio parece tener un vínculo propio basado en un conocimiento transmitido de sus generaciones anteriores y del recuerdo colectivo de un territorio en el que aún vive.


La desaparición física de la lideresa tiene tanta fuerza en la memoria cultural de Villa El Salvador que ha permitido a Cavalier, no solo mantener vivo su recuerdo, sino reinterpretarlo y reinventarlo en un nuevo contexto generacional. Y consciente de que los lectores de su generación bien pueden no hallarse en el contexto que se poetiza, el autor se preocupa por construir un corpus que brinda las coordenadas necesarias para su comprensión. Así, la poética de este libro se ve enriquecida con citas, pies de página, epígrafes e imágenes de la prensa de su tiempo, que quizá no funcionarían de ser otra la temática del libro, pero que en este caso lo convierten en una especie de libro documental que permite una mejor reconstrucción de la memoria que desea desenterrar.


El poema con el que inicia el libro, titulado Testimonio incendiario nos da una clave sobre el propósito consciente o no, de la voz poética que propone:


“…no matar los recuerdos,

pensar que la mejor revolución es sostener a cuestas

la propia vida

y encender las velas para defenestrar el miedo”


El poema nos ofrece una clara idea de lo que encontraremos en este libro que funciona como una especie de inventario de términos de fuerte carga simbólica que tan bien construyen la atmósfera de la época del terror del Perú: Luces que se apagan, cerros que se encienden, sangre, dinamita, cuerpo, velas, miedo, muerte, arenal.


“Creo que nos acomodaría mejor, no olvidar”. Este imperativo con el que termina este primer poema, que repito, me parece clave en el libro, me recuerda una frase muy conocida del poeta y filósofo español Jorge Ruiz de Santayana: Quién olvida su historia está condenada a repetirla, frase que está escrita en la entrada del bloque número 4 del memorial construido en el campo de concentración de Auschwitz. Al continuar la lectura de este libro notamos que la voz poética abandona su posición de hablante para ocupar otras identidades, construyendo un texto múltiple y polifónico, que remite a varios sujetos e identidades, lo que nos permite percibir que este libro no solo se permite recordar a Moyano, sino a todos los que compartieron con ella el tiempo y espacio de la violencia del arenal.


La aparición de este libro coincide con el aniversario N°31 de la muerte de la lideresa afroperuana y se inscribe en un periodo también difícil para nuestro país, en tanto la democracia y las libertades humanas están siendo vulneradas por quienes deberían respetarla y preservarla y en el que las brechas y desigualdades, lejos de reducirse se ven perpetuadas por mecanismos cada vez más beligerantes y provocadores. Es por esta razón que una vez más celebro la aparición de este libro que funciona como un disparador de la memoria, puesto que en cada objeto de arte que trabaje con la memoria existe un objetivo implícito de provocar una introspección en el receptor y una sucesiva reflexión, mecanismos necesarios para encontrar el bálsamo que cierre la herida colectiva.


Cierro estas breves reflexiones, escritas hoy sábado 22 de abril, a 26 días del sorpresivo cierre del El Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social del que se anuncia una próxima reapertura que esperamos con los ojos bien abiertos.


Úrsula Alvarado Noblecilla


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