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Sobre "Las ilusiones" de José Miguel Herbozo

Por: Úrsula Alvarado


Con evocador título, José Miguel Herbozo nos presenta su quinto poemario: Las ilusiones. Su lectura ha sido una invitación a descubrir las no tan sutiles falencias del ser humano y su verdadera conexión -o quizá sea mejor decir desconexión- con el mundo.


Considero necesario resaltar que la más antigua acepción del término ilusión presenta una connotación negativa pues proviene del latín ilussio que significa engaño, esto es una percepción o idea totalmente alejada de la realidad. La connotación positiva y romántica de la ilusión que hoy usamos con mayor frecuencia -es decir aquella expectativa favorable que tenemos de algo o alguien- es mucho más actual y está relacionada al término sueño, derivada de la acepción que lo define como “proyecto, deseo, esperanza sin posibilidad de realizarse”. No es casual que la palabra sueño se repita 22 veces en este poemario, aunque por aquellos artificios del lenguaje, del sueño también deriva un sinfín de significados.


Inteligentemente, el poeta hace uso de las diversas connotaciones que nos ofrece el lenguaje para transmitirnos su percepción del entorno que lo rodea. El verso con el que inicia el libro me parece clave y necesario, toda vez que exhorta a la mirada objetiva para entender nuestro paso por el mundo: Una piedra en el zapato para llevar el camino con uno en el viajar (pág. 11). Más adelante, leemos: El mundo enseña a diario que muy poco sabemos. (pág. 43). Los textos de este conjunto parecen nacer de la contemplación y reflexión acerca del hombre como especie y sus más grandes preocupaciones: la felicidad, la eternidad, su trascendencia en el tiempo. Cito: Uno es mínimo ante el mar, uno es mínimo siempre, pero nos gusta decir “siempre” sobre especies lejanas y nadie nos detiene en eso. (pág. 15)


Algunas páginas después leemos el siguiente verso: Los poemas son oscuros e inútiles como la paz de quien sueña, a riesgo de un engaño, un verano de promesas sobre la quietud. (pág. 43). No solo estas búsquedas son vanas ilusiones, lo es también nuestro aparente poder en el mundo, el ego del hombre es también un engaño, lo embriaga y lo hace perder su natural conexión con la matriz. Son, como dice el poeta, tiempos donde nadie viaja hacia afuera del yo (pág. 34).


Conforme avanzo en la lectura, pienso que el yo poético va ganando fuerza con cada poema, como si se atreviera cada vez más a decir aquello que siente, lo agobia o desilusiona. La palabra rueda y se enciende. Hacia la mitad del libro, el sujeto poético se explaya sin vacilación alguna:

Entonces viene el hombre a hacer estupideces

y mide la montaña desde el fondo de su ego

imita al animal cuando reposa o distiende

es ambicioso el hombre se celebra en sueños

en el deseo del otro la visión del otro

(…)

El mundo es más o menos lo que siempre ha sido:

Salvajes que se destajan para saciar el hambre.

(Pág. 40)


Es el hombre un ser que involuciona y es tragado por su propio ego:


El desencanto de servirse el relamido plato

de abundante miseria con que alguno alegra

Al saber del más vacío plato de los otros…

(…)

Hay quien cree que las islas acumulan todo el guano

A solas, y defiende el ego – interno traicionero-

Bajo las luces impuestas. Viejas glorias sin gloria

Guiando como buitres a la mierda al bruto simple

Que sueña con ser santo de la iglesia en cuya puerta

Seca botellas de ron hasta pelear con los amigos…

(pág. 53)


Se dice superior mientras se va por las ramas

En un grito de lumbre perdida ante la noche

(pág. 35)


Por otro lado y quizá para aliviar la desilusión provocada por su propia especie, el poeta dirige su mirada hacia la naturaleza. El mirlo ha partido buscando otro río para amainar la pena (pág. 29); también están presentes el bobo, el cormorán, el jilguero; en suma son las aves símbolo de esa naturaleza que vive casi invisible a nuestros ojos.


En síntesis, los 24 poemas que componen Las ilusiones conforman un conjunto bastante homogéneo en cuanto a estructura, temática y belleza. El tono melancólico y reflexivo se mantiene de principio a fin, así como el lenguaje particular en la voz poética de Herbozo que además logra componer imágenes hermosas como cuando menciona al reposo que llega con la sordina del amanecer, mientras lo oscuro enrojece y amarilla… (pág. 41), el argento que baila (pág. 29) o la estrella que acecha en el azul (pág. 34).

Antes de terminar, creo haber advertido en el último poema un quiebre en el sentido del libro, como si luego de la reflexión melancólica a la que nos arroja el poeta, lo tentara la necesidad de mirar con renovada luz lo que lo rodea:


El horizonte me ha borrado de sus líneas,

Me ha enseñado a olvidar los actos de la especie,

A escribir de la luz que enciende si despiertas

Y nadie puede ver…

(pag.58)


No sé si esta haya sido la intención del poeta, pero luego de tan retadora lectura no puedo sino invitarlos a meditar a través de este libro sobre nuestro propio andar en el mundo y el re descubrimiento de nuestras propias ilusiones.


* Texto leído en la presentación de "Las ilusiones" de José Miguel Herbozo realizado el 08 de agosto de 2019 en el Café del Fondo de Cultura Económica de Miraflores.



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