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Reflexiones sobre “Esa casa existe". Muestra poética 2024 de Casa Astarté*


Esa casa existe. Muestra poética Casa Astarté 2024 (Libre e independiente Ediciones, 2025)
Esa casa existe. Muestra poética Casa Astarté 2024 (Libre e independiente Ediciones, 2025)

*Texto leído en la presentación del libro "Esa casa existe

realizado el pasado 13 de julio en Casa Astarté.


Por: Juan de la Fuente Umetsu


Todo libro es una puerta. A veces nos lleva lejos, otras veces nos devuelve, con otra luz, a lo más próximo. Esa casa existe, muestra poética publicada por Casa Astarté, es una de esas puertas que no se abren hacia un solo lugar, sino que nos invitan a entrar en varios a la vez. Un espacio que fue físico —la Casa Astarté, en el centro de Lima— pero que al volverse libro se convierte también en un espacio simbólico: el recinto donde las voces se encuentran, se cruzan, se escuchan y se expanden. Aquí se han reunido 28 poetas y 78 textos. Sus voces son distintas, no siguen una misma corriente ni forman parte de un mismo grupo. No comparten una estética ni un manifiesto, pero hay entre ellos una afinidad más profunda: la urgencia de escribir, de resistir, de buscarle forma a lo que sienten. Vienen de distintas ciudades y de profesiones diversas —ingeniería, medicina, derecho, literatura, comunicación, química, entre otras— y eso también está presente en los poemas que conforman la muestra. No hay una estética hegemónica en esta antología. Ningún gesto de homogeneidad. Y eso, lejos de debilitarla, la afirma. Lo que se lee aquí es una pluralidad viva, no forzada, en la que confluyen muchas maneras de mirar y decir. Como ríos que no buscan fundirse en uno solo, sino reconocerse entre sí.César Vallejo escribió: “En la poesía verdaderamente nueva pueden faltar imágenes nuevas —función esta de ingenio y no de genio—, pero el creador goza o padece en tal poema una vida en que las nuevas relaciones y ritmos de las cosas y los hombres se han hecho sangre, célula, algo, en fin, que ha sido incorporado vital y orgánicamente en la sensibilidad” (Vallejo, 2018). Eso es lo que se percibe al leer estos poemas: una sensibilidad que ha absorbido el mundo y ahora intenta devolverlo. Una poesía no escrita para mostrar novedades, sino para decir desde lo que ha sido vivido. No es el lenguaje lo que la vuelve nueva, sino la mirada, la forma en que se ha sentido el mundo antes de ponerlo en palabras.Y por eso también me parece pertinente recordar otra reflexión de Vallejo: “La poesía ‘nueva’, a base de palabras nuevas o de metáforas nuevas, se distingue por su pedantería de novedad y por su complicación y barroquismo. La poesía nueva a base de sensibilidad nueva es, por el contrario, simple y humana, y, a primera vista, se la tomaría por antigua o no atrae la atención sobre si es o no es moderna” (Vallejo, 2018). Esta muestra es testimonio de esa segunda forma: una poesía que no busca impresionar, sino conmover; que no quiere parecer novedosa, sino verdadera. Todo poeta trae consigo una sensibilidad única, y su destino es ofrecerla al mundo. Pero para alcanzar a expresar esa sensibilidad, su voz necesita encontrar un lenguaje propio. Solo de esa manera encontrará su lector, el lector que, a su vez, trae al mundo esa sensibilidad que lo hace capaz de recibir la poesía que el poeta le revela. La poesía es el encuentro y el diálogo de la sensibilidad y la revelación.Lo explicó con belleza Louise Glück cuando escribió: “Los poemas no perduran como objetos, sino como presencias. Cuando lees algo que merece recordarse, liberas una voz humana: devuelves al mundo un espíritu compañero. Yo leo poemas para escuchar esa voz. Escribo para hablar a aquellos a quienes he escuchado” (Glück, 2006).En esa lectura generosa se apoya también esta antología: no busca fijar objetos, sino liberar presencias. Lo que permanece no es el poema impreso, sino la vibración de una voz que llega a quien sabe escuchar.Leer poesía es siempre un acto exigente. Implica abrirse, conmoverse, permitir que una voz desconocida nos nombre desde otro lugar. “Leer es soñar de la mano de otro”, escribió Fernando Pessoa (Pessoa, 2013), y en ese gesto se resume la experiencia de este libro: permitir que nos habiten otras miradas, otras heridas, otros silencios.He leído esta muestra con entusiasmo, sí, pero también con gratitud. Porque hay en sus páginas una vitalidad que se agradece: no solo por la juventud o por la variedad de orígenes, sino por la claridad con la que muchos de estos poetas escriben desde la incertidumbre, desde el asombro, desde la necesidad profunda de decir algo al mundo. Porque hay verdad. Y porque hay búsqueda.

 

Este espacio —que fue primero un sitio tangible, luego un vínculo colectivo y ahora un libro— se ha transformado también en refugio. Un lugar donde la palabra encuentra compañía. Un entorno al que da gusto llegar, y al que, al cerrar la última página, uno sabe que querrá regresar.


Referencias

Glück, L. (2006). Cita incluida como epígrafe en “El iris salvaje” (E. Chirinos, Trad.). Pre-Textos.

Pessoa, F. (2013). “Libro del desasosiego” (P. E. Cuadrado, Trad.; R. Zenith, Ed.). Editorial Acantilado. (Obra original publicada en 1982)

Vallejo, C. (2018). “Ser poeta hasta el punto de dejar de serlo: Pensamientos, apuntes, esbozos” (C. Fernández & V. Gianizzi, Eds.). Editorial Pre-Textos.

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