Una reseña del libro "Destrucción del tiempo"[1] por Bruno Pólack [2]
Wilver y yo somos compañeros de ruta desde el inicio del siglo. Compartimos recitales cuando él era miembro del “Club de la serpiente” (junto a Rubén Landeo) y yo era integrante del taller de poesía de la Universidad de Lima. Desde aquellos días iniciáticos mucha agua ha pasado debajo de este puente, pero la poesía nos vuelve a reunir gracias a la “Destrucción del tiempo”.
De arranque diré que, luego de terminar la primera lectura del libro, Wilver Moreno ha escrito un texto Maduro, inteligente y metafísico. Desde el título y sin ambages nos lleva a uno de los temas fundamentales para el ser humano, el Tiempo. La abolición del Tiempo.
Pero, ¿existe el tiempo o es solo una medida humana que nos engaña? ¿Algo se movería, algo envejecería, si no midiéramos el tiempo? El recorrido por las tres estancias de este libro nos lleva a, irremediablemente, querer detenerlo. A querer que nada se vaya, a que nada nos abandone. La búsqueda de la destrucción del tiempo es, en sí, la búsqueda de la vida eterna. La búsqueda de poder experimentar al mismo tiempo todos los sentimientos. Sabemos que esto es imposible: detener el tiempo, destruirlo. Pero la poesía sí puede. La poesía puede darnos la ilusión de comprender como sería si efectivamente el tiempo fuera destruido. A través de estas páginas, Wilver Moreno nos hace experimentar la ilusión de que el tiempo vuela en mil pedazos. A través de los poemas que conforman este libro podemos vislumbrar un aire atemporal, con un escenario que nos hace poner los reflectores, sobre todo, en el ser humano y sus búsquedas. Porque el nuevo poemario de Wilver es un recorrido creciente en 3 actos que reflexiona (que indaga) sobre el ser humano. Sobre el devenir del ser humano. Es un libro filosófico en tres actos.
En el primer acto, “Detritos” (que es su primer libro, publicado en el 2009), se interpela a sí mismo, interpela a su labor de poeta. Aquí nos encontramos con textos más acotados, más contenidos de lo que será luego la poesía de Wilver. Personalmente me gustaron los poemas “Refugio” y “Artificio”. En el primero esconde dos cuartetos endecasílabos, sin recurrir luego a los dos terceros para hacer un soneto formal. El poeta desestructura el poema (lo contiene) y, a la vez, desestructura el tiempo: La posibilidad de la perfección. Ya luego en el poema “Artificio” ensaya un soneto completo (con los dos cuartetos y los dos tercetos). Es, de alguna manera, una alegoría del orden que se quiere luego destruir. A veces los poetas tienen en su recorrido, en su búsqueda, un orden, un devenir, que no necesariamente tiene que ser trazado por el mismo poeta, sino que es la propia poesía quien te marca el camino.
Entre muchos tipos de poetas están los que cantan al mundo y los que cantan y se interrogan hacia dentro, hacia su propio mundo interno. En la segunda parte del libro, “Grava sobre polvo”, la exploración del poeta hacia la inmensidad interior continúa, el tono filosófico continúa, pero esta vez hay dos grandes descubrimientos. Dos de los grandes temas se hacen presentes en los poemas de esta segunda estancia junto al Tiempo: el Mar y el Amor. Además, los poemas de “Grava sobre polvo” vislumbran el modo de escribir que va a adoptar Wilver Moreno a lo largo del libro. Es decir, un poema de margen a margen, con muchas imágenes poéticas, con muchas preguntas y con versos más largos y, por momentos, críptico. Un vendaval, un mar tumultuoso. Aquí también aparece el cuerpo humano, el sexo. Pero no necesariamente desde una visión erótica, sino desde una visión celestial, interrogativa.
Es en la tercera parte del libro, “Devastación”, donde el devenir lógico, pero quizá impensado, (cómo decíamos, es como si la poesía tuviera una ruta trazada para nosotros desde antes), se hace más visible. En esta tercera estancia aparece el poeta frente al universo, frente a los problemas de las constelaciones. El viajante no es más que un viajante sideral.
¿Existe el mismo tiempo en el espacio, fuera de la tierra?, ¿ha logrado el poeta detener de esta manera el tiempo, saliendo de la tierra? Pero, esa travesía espacial, ¿no será quizá un viaje adentro del propio poeta?, ¿no es, acaso, el interior del ser humano un universo en sí? ¿No es suficientemente vasta el alma humana como una galaxia, incluso aún más desconocida? Wilver trata, por intermedio de la poesía, por intermedio de los versos, encontrar la combinación precisa que nos pueda dar algunas respuestas a estas interrogantes. Al igual que en la primera estancia del libro, aquí vemos un juego disruptivo con el lenguaje, una ruptura de palabras que recuerdan una búsqueda trilceana y que el poeta utiliza cuando siente que la búsqueda de ciertas respuestas no podrá ser resuelta por las palabras. El premio son más preguntas. Mas trofeos. Más agujeros infinitos. Más naufragios. Más sonetos desestructurados, (como Vallejo en el mismo Trilce). Mas universos diminutos.
“¿Cuánta materia será necesaria para evitar el derrame inútil de la vida? No importa, lagartija epicúrea, sigue portando tu corazón como símbolo de lo más sagrado, aunque tus bordes, el borde del papel, el borde del universo, el borde de tu conciencia, el borde del lenguaje solo sean un reflejo tímido, pero aun tibio, de un pasado que se disipa.”
[1] Texto leído en la presentación del libro "Destrucción del tiempo" de Wilver Moreno Tineo realizado el 09 de junio de 2022 en el Centro Cultural de España en Lima.
[2] Bruno Pólack Cavassa es abogado, poeta y ensayista. Ha publicado los poemarios (Alegorías hiperbólicas) o las ruedas del beso de Reinaldo Arenas (2003), El pequeño y mugroso pólack (2007), Poemas médicos (2009), Universal/Particular (2013), fe (2016) y ¡Ars fascinatoria! (2018). En ensayo ha publicado El último virrey del Perú (2017), Las mujeres que forjaron el Perú (2020), La ciudad que no existe (2021) y Momentos estelares de la Independencia del Perú (2022) en coautoría con Mario Pera. Es licenciado en derecho por la Universidad de Lima y magister por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente codirige la revista y editorial Vallejo & Company.
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