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Foto del escritorPoesía en la Ciudad

"Las altas distancias" y cinco poemas más de Rossella Di Paolo

​A continuación, compartimos una selección de poemas de la poeta peruana Rossella Di Paolo.


​LAS ALTAS DISTANCIAS

​Si yo escribo tu nombre en la arena

Y tú escribes mi nombre en la arena

Pero en otra playa

Es que hemos descuidado las cosas

Hemos dejado crecer el mar como yerba mala

Y habrá que arrancarlo con cuidado

Hasta allanar la arena de esa playa

Donde puedes escribir mi nombre al rozar el dedo

Que está escribiendo el tuyo despacito.


LIMBO

Un día puse una piedra encima de tu nombre

y me dije: iré cantando hasta mi casa.

Y canté

como una loca sobre sus piernas fuertes

como río loco canté.

Hasta que el canto empezó a hacerse agüita rala

(ni para regar guisantes)

y entre paso y paso

se me fue perdiendo un pie.

No acierto a ver el tejado de mi casa ni el árbol

más alto

¿será que me dejé el corazón bajo la piedra?

¿mi tonto corazón junto a tu nombre?

Sé que ya no llegaré a mi casa.

Sé que tampoco puedo volver.


​S.O.S.

​La luna cuelga sobre el mar

dura y redonda como el deseo.

La noche apenas alcanza para taparme un ojo

el otro tercamente abierto sobre el mar en calma,

pero otros vientos se encadenan

para pasar por el hueco de mi corazón

para tatuar en el agua signos que son tu nombre

formas que son tus brazos alrededor de esta caída.

Duele tanto el deseo.

No sé más pero tampoco sé menos que eso.

Cruzo y descruzo mis tibias en el puente

y en cada movimiento algo parte hacia lo oscuro

y en cada movimiento algo vuelve y eres tú

y no eres tú sino la rabia de no estar

aquí y a descubierto.

El timón cae por la borda, las velas se encogen como puños

y luego el miedo

a que no seas más que este océano

a que no seas más que este corazón que se cuenta historias

porque nadie te conoce y estoy hasta el cuello de ti

o más arriba

porque me hundo en tus aguas

dura y redonda como el deseo, como la luna,

como tiene que ser.


SAL SI PUEDES II

​Vivo en la casa de la poesía.

Subo despacio sus escaleras

y también, saltando, las bajo.

Me siento en la silla de la poesía,

duermo em su cama, como en su plato.

La poesía tiene ventanas

por donde se deja caer

mañanas y tardes,

y bien me cuelga una lágrima

bien sopla hasta tumbarla / Con esto

quiero decir que trae

curitas y heridas

em la misma canasta.

Yo quiero tanto a la poesía que a veces creo

que no la quiero /Ella me mira,

mueve la cabeza y sigue tejiendo

poesía.

Como siempre, me quedará grande.

Pero cómo decirle / cómo decirle

Quiero salir / quiero freír

Honestamente mis espárragos...

Ya lo veo alcanzándome

con su botella de aceite

y su loca sartén.

Ya la veo,

con su atadito de espárragos

saliéndole de la manga.

Ah su frescura / su fulgor desordenado

y el demorado compás con que me cerca.

Y yo me rindo / me rindo siempre porque vivo

en la casa de la poesía / porque subo

las escaleras de la poesía

y porque también las bajo.


​De Tablillas de San Lázaro, 2001


​PROFESORA DE LENGUA Y LITERATURA - EX

​ Sepan que estoy viviendo, nubes,

sepan que canto

Javier Sologuren

Nunca más pararme frente a la pizarra —eccefemina—

con un cucharón

para meter en los platos vacíos de sus cabezas

el engrudo homérico, la berenjena eglógica

el acento esdrújulo y miserable, ni más

tizas de colores, salsas de tomate,

para abrirles las bocas

ojalá el entendimiento.

Ya no la tarjeta en la tostadora horaria

saltando con su tardanza al rojo vivo

ni exámenes para probar cuánto resisten

mis nalgas en el pupitre y cuántas tildes

puede gotear un cárdeno Faber Castell 031.

Se acabó la clase, la ilusión de mango,

todos al recreo, yo al recreo (pero sin vuelta)

al recreo de desclavarme de la pizarra

y saltar por la escalera al fin resucitada.

Último día, las rejas se levantan,

y en este valle ameno

nubes, sepan que canto

sepan que canto, bestias.

DESCABEZO ESTATUAS

Me canso de frotar una palabra con otra

Y hacer chispita

Ya no quiero poner esta letra aquí,

Esta tonta coma

Pido una zancadilla para que caiga de narices

El alto verso

Quiero sacar las palabras de mi casa

A empujones

Y coger el pronombre por los pelos

Hasta hacerle confesar la dirección del sustantivo

Para entrar a su línea dando voces

Para arrimarle un clavo entre los ojos

Para aplastar con mis pies a sus mansos adjetivos

Para agarrármela a escobazos con los verbos conjugados

Con los verbos no conjugados y con los adverbios

Si me miran mucho

Quiero abrir las ventanas y que entre

Una luz no escrita

Y apilar los libros en el patio

Y colgar la máquina de escribir en la pared

Como una cabeza de venado con su bala

Limpiamente acertada entre la M y la N

Antes de prender fuego a la casa

Y bailar con mis amigos sobre la lengua de Vallejo

Sin tener después que juntar los pedazos

Y contarlo llorando en un poema.


De Piel alzada, 1933


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