Hoy viernes 10 de mayo, la poeta liberteña Julia Wong Kcomt cumpliría 59 años, pero nos dejó hace poco más de un mes dejando sin corazón a su familia, amigos y lectores que no han dejado de rendirle homenajes y conjurar encuentros para recordarla y celebrarla. A continuación, compartimos un texto que fue leído en el evento ¡Queremos tanto a Julia! Homenaje a la escritora Julia Wong organizado por la Casa de la Literatura Peruana el pasado 16 de abril.
Julia Wong Kcomt (Fotografía: Carlos Chong)
Tiene cierto grado de dificultad abordar en tan pocos minutos los diversos temas que podrían desprenderse de mi experiencia de conocer a Julia. Podría, por ejemplo, hablarles de mi primer acercamiento como lectora de su poesía, de un segundo momento como admiradora de la gestión cultural que realizó hasta el final, luego como compañera de algunos proyectos que trabajamos juntas o finalmente, de la amistad que pude forjar con ella. Sin embargo, me parece que de todo este gran universo, sería mejor detenerme en algunos aspectos que podrían servir para una mejor comprensión de la calidad humana/literaria de Julia y de su aporte a la producción cultural.
El último proyecto que trabajamos juntas, que felizmente pudo ver terminado, es el libro titulado El respiro inquieto, una antología en la que reúne textos de cinco poetas portugueses. En el prólogo que escribió para este libro, Julia expresa coincidir con el escritor Ricardo Piglia al usar la metáfora de la respiración para asociarla al proceso de la creación literaria. «Con Piglia concuerdo en la inspiración de la realidad a través de las imágenes y la expiración a través de la literatura». Esta semejanza entre la percepción de lo que nos rodea y la creación es precisamente la base que sustenta la importancia de la literatura, no solo es una radiografía del mundo sino también de la experiencia sensible que el autor tiene de ese mundo.
En el universo de la producción literaria de Julia Wong identificamos la búsqueda de una identidad que inicialmente no vislumbró con claridad puesto que la construcción de su yo implicaba una serie de matices en donde lo chino, lo tusan, lo peruano, lo provinciano, lo femenino, no lograban integrarse de manera armónica; el resultado fue la certeza de una personalidad fragmentada o mejor dicho, la aceptación de múltiples identidades y por lo tanto, muchas posibilidades de ser y estar en el mundo, algo que explica la afinidad y admiración que tenía hacia el portugués Fernando Pessoa, poeta múltiple por excelencia. Diversas fueron las temáticas exploradas en sus libros: las relaciones interfamiliares, las ausencias, la pluriculturalidad, la inclusión, las guerras (su profunda solidaridad con los pueblos vulnerados), los idiomas, de los que creía eran «mucho más que solo palabras y códigos» pues encerraban toda una concepción integral del mundo enriquecido a través de la historia de cada nación. Julita -como solíamos llamarla- soñaba en alemán, creía hablar mal el español, admiraba a su hermana por hablar perfectamente el chino y deseaba con toda el alma “aprender bien” el portugués, aunque lo hablaba casi a la perfección, quería sentirlo en cada poro de su cuerpo, tal era la necesidad de sus afectos por una lengua que vibraba en su ADN y la remontaba a aquellas primeras experiencias lusófonas en los viajes que hacía desde pequeña para visitar a su padre en su residencia en Macao.
Otro de los temas que abordó Julia en sus textos y con el que sintonicé de una manera especial, fue el dolor del cuerpo, la condición de vulnerabilidad y esa metamorfosis inevitable al que te arroja la enfermedad. Frente a esta situación, la experimentación por medio de la palabra era determinante, Julia creía en el soporte sanador/calmante de la creación, no solo en la literatura sino en el arte en general. Esta fue la razón por la que, a inicios del 2021, lanzamos un ciclo de diálogos virtuales que titulamos “Cuerpos heridos & proceso creativo” en el que pudimos conversar con otras autoras que habían escrito sobre procesos clínicos diversos.
Resulta relevante además su gran aporte a la gestión cultural de su región por medio de la organización del Festival de Poesía en Chepén Chepén, en el que tuve el privilegio de participar en su edición del año 2023. La apuesta de Julia por la democratización de la cultura era total. «El mayor aporte de la democracia cultural es la inclusión», sostuvo en una entrevista que le realicé el año 2020 sobre la organización del festival, por ello su preocupación de lograr en cada edición del FestiChepén, un grupo muy diverso de escritores y artistas que visitara a los niños de las escuelas rurales de Chepén y que haya siempre en este grupo alguna presencia internacional, no por otorgar una mayor importancia a lo foráneo sino porque era imprescindible que los niños experimenten con el discurso poético tan personal, único y diverso que cada escritor les llevaba desde diversos rincones del país y del mundo y los animara a crear su propio discurso o por lo menos les de la certeza de que ellos también podían, si querían, aventurarse a crear.
Tal como afirmé al inicio de esta semblanza, muchas son las aristas de este gran poliedro que conforma un personaje literario como Julia Wong, que ha logrado incluir a la comunidad tusan en la literatura peruana y que nos deja una obra vasta con tanto para reflexionar.
Finalizo contándoles que conocí a Julia el 16 de diciembre de 2016, en una librería a pocos metros de aquí. Jamás imaginé que la extrañaría tanto. A veces me parece escucharla, «nada permanece», decía. Estaba siempre lista para irse y, sin embargo, deseaba quedarse. Recurro a sus libros para escucharla, su lenguaje la refleja por entero: intensa, casi febril, a veces dura y directa, a veces irónica, otras veces tierna y conmovedora. Quedan todos invitados a conocerla o redescubrirla en sus libros que permanecen como testigo de su alborotado viaje por este mundo. Gracias por tanto, Julia, querida amiga.
Úrsula Alvarado Noblecilla
Lima, 16 de abril de 2024
Julia Wong mostrando un ejemplar del libro El respiro inquieto. Cinco poetas portugueses
recién salido de imprenta. (Fotografía de la autora)
Julia Wong y Úrsula Alvarado visitando la instalación poética Pulsaciones
en Monumental Callao (Fotografía de la autora)
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