Una tarde de agosto mientras esperaba en la Plaza San Francisco a un grupo de turistas a quienes guiaría por la ruta literaria barranquina, conocí a Francis Nathan. Frente a la hermosa fachada roja que corona la esquina de las calles Colón y San Roque, me dispuse a tomar una vez más la misma foto a la placa que recuerda al poeta; y entonces la veo -llaves en mano- a punto de abrir la puerta que tantas veces he fotografiado desde afuera.
Sin muchas expectativas de una respuesta favorable, me animo a preguntarle por la nueva ocupación de la residencia y me da, sonriente, una noticia que me asombra. De pronto parece que los rayos del sol se abren paso por entre las nubes grises y las ramas del ceibo frente a la casa. La tarde invernal se ilumina. Francis me ha invitado a cruzar el umbral del sueño y así, por vez primera estoy en el interior del que fue hogar de nuestro querido José María Eguren, contundente representante del simbolismo peruano.
Como aún disponía de algo de tiempo antes de mi recorrido, me permití disfrutar y descubrir los ambientes que antaño fueron habitados por el poeta y sus hermanas con quienes se muda a Barranco en 1897. Mientras tanto, Francis y su hija Irene me cuentan los pormenores de la aventura que fue encontrar esta joya deshabitada y darle forma a la idea de acondicionarla para dar vida a Casa Eguren Hotel, un hospedaje lleno de arte que además de acoger a los turistas enamorados de este distrito limeño tiene la noble misión de mantener vivo el legado de un personaje tan importante para la tradición poética peruana.
Aquella tarde tuve que marcharme pronto pero gracias a la invitación de Francis e Irene he vuelto a recorrer la casa con más calma y ver cómo va avanzando el proyecto. Casa Eguren pretende convertirse en una casa museo que difunda tanto su obra literaria como artística en general. Sin embargo aún deben esperar por la licencia de funcionamiento que ya lleva excesivos meses en un trámite municipal interminable; mientras tanto funcionan como un alojamiento particular y no escatiman esfuerzos para conocer e investigar cada vez más sobre el poeta de cuyos versos han salido los nombres que señalan las habitaciones como Roja noche, Azul armonía, Luces moras o Dorado oriental, entre otros.
Para quienes amamos la literatura, el arte y la cultura en general, esta es una buena oportunidad para revalorar el legado de un personaje tan importante en nuestra tradición literaria. Nuestro país cuenta con un patrimonio cultural rico y diverso que debería ser puesto en valor, rescatado y cuidado. No han sido pocos los proyectos que en el transcurso del tiempo, han intentado convertir nuestro patrimonio cultural inmueble en centros culturales o casas museos sin mucho éxito, entonces aparecen proyectos como este cuya inversión privada intenta devolvernos un poco la identidad y el amor por algo que nunca debió ser olvidado. Espero que muy pronto, Casa Eguren Hotel pueda abrir sus puertas a lo grande y mostrar a quien se anime a cruzar sus bucólicas puertas un poco de este mágico y celeste camino* por la huella de José María Eguren.
Allí estaremos.
* Extraído del poema La niña de la lámpara azul (Simbólicas, 1911) de José María Eguren.
Úrsula Alvarado
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